En la última fecha de la Liga Regional Totorense de Fútbol, se vivió una de esas escenas que trascienden el deporte. En el encuentro entre Belgrano y Unión de Clarke, un joven muy querido por su comunidad de clarke ingresó en los minutos finales del partido de reserva, se calzó la cinta de capitán y marcó un gol de penal que desató una ovación generalizada.
Fue un gesto simple, pero enorme. Marcos Chavez, jugador de su amado Unión de Clarke, tuvo su momento de gloria este domingo, luego de ser capitan y marcar su gol.
Jugadores, árbitros, dirigentes y público de ambos equipos se unieron en un mismo aplauso. Desde las tribunas, los hinchas corearon su nombre, mientras sus compañeros lo abrazaban entre lágrimas y sonrisas.
Ese instante, tan breve como profundo, recordó que el fútbol regional guarda todavía su esencia más pura: la de unir, emocionar y hacer sentir parte a todos.
Porque cuando hay valores, respeto y comunidad, el deporte se convierte en un lenguaje universal de amor y alegría. Y porque momentos como este demuestran que no todo está perdido: aún hay canchas donde la inclusión se juega de verdad, sin protocolos, sin discursos, solo con el corazón.
Imágenes: Deportivas Publicidad